lunes, 4 de mayo de 2009

El Gótico y sus origenes

Catedral Nuestra Señora de París


Es un estilo artístico europeo que se desarrollo entre aproximadamente el año 1140 y las primeras décadas del siglo XVI, según las áreas geográficas. Se desarrolló en el campo de la arquitectura civil y religiosa, la escultura, las vidrieras, la pintura mural y sobre tabla, los manuscritos miniados y las diversas artes decorativas. El término gótico fue empleado por primera vez por los tratadistas del renacimiento, en sentido despectivo, para referirse al arte de la edad media, al que ellos consideraban inferior y bárbaro (godo, de ahí el término gótico) comparado con el arte clásico.

El principal cambio político experimentado en Europa durante este periodo es la consolidación del concepto de nación estado, unificado por una cultura y una lengua común. En Francia y en Inglaterra surgen unas poderosas monarquías centrales que aumentan su poder a medida que los nobles van perdiendo parte del suyo. En Francia, esta consolidación de la autoridad real se gesta en torno a París y la provincia de Île-de-France, extendiéndose hacia Flandes, al norte, con su floreciente comercio lanar y textil, y hacia la Francia central y la Borgoña, al sur. Luis VI, asesorado políticamente por su amigo el abad Suger, impulsó notablemente este proceso de consolidación entre 1140 y 1180. Sin embargo, la Francia occidental, pese al nacimiento durante el siglo XI de una burguesía enriquecida que aspiraba a gobernar las instituciones urbanas autónomas, seguía siendo feudo del duque de Normandía, quien también reclamaba sus derechos al trono de Inglaterra. Tras la conquista de Inglaterra por los normandos en 1066, sus territorios pasaron a formar parte del imperio anglonormando. La subsiguiente lucha sangrienta entre las monarquías inglesa y francesa por el dominio de la Francia occidental, conocida como la Guerra de los Cien Años y duró desde 1337 hasta 1453, fue un acontecimiento que marco indeleblemente toda la etapa final de la edad media.

Muchas ciudades eran pequeñas, con poblaciones comprendidas entre 10.000 y los 70.000 habitantes; solo pocas ciudades como Londres, París, Florencia y Venecia, alcanzaban los 100.000 habitantes.

La transformación social experimentada por Europa durante la edad media tardía hay que atribuirla, principalmente, al auge de las ciudades y el crecimiento del comercio. Surgieron gran cantidad de ciudades y en algunos casos se resurgieron las antiguas ciudades romanas. El principal agente que permitió este crecimiento fueron las cruzadas, puesto que ellas despertaron en las personas el espíritu aventurero; debido a esto los europeos se fueron desplazando hacia el mediterráneo, donde posteriormente se fundaron importantes ciudades comerciales.

La economía que se desarrollada posteriormente en las ciudades europeas fue de industria del tejido de la lana, como es el caso de Inglaterra, Flandes e Italia, puesto que, las tierras de labor, agotadas después de siglos de agricultura, fueron transformados en pastos para el ganado lanar. Ciudades como París, Marsella, Londres, Bristol, York, Brujas, Gante, Florencia, Pisa, Francfort y Numberg, se convirtieron en importantes centros de intercambio de mercancías.

Esta actividad produce el nacimiento de un arte singular: el tejido de tapices, que tuvo un prestigio social importantísimo. No para sus autores, que nunca pasaron de la consideración de meros artesanos, sino para sus poseedores. No habiendo una clara separación entre las artes industriales y las que hoy consideramos bellas artes, podría decirse lo mismo de maestros de obras, pintores y escultores, que aunque conservemos el nombre de muchos de ellos, no pasaban de ejercer también uno de los oficios viles y mecánicos, ni siquiera equiparables a las profesiones liberales.

La cultura del antiguo régimen feudal se fue sustituyendo por una nueva cultura mercantil urbana, y esto dio surgimiento a la figura del burgués, es decír habitante u originario de una ciudad medieval o Burgo, de clase acomodada, que por lo comun posee un negocio o industria. Esta población Burguesa, pronto rivalizaría en influencia con el clero y la nobleza. Controlando las ciudades emergentes, y jugando un papel paralelo al de los comerciantes, hay que hablar de los gremios artesanales, que eran unas organizaciones que, además de adiestrar aprendices en el oficio, establecían unas normas de conducta y de profesionalidad.

En lo religioso frente a las pequeñas y oscuras iglesias rurales del románico, el gótico eleva prodigiosas catedrales llenas de luz, desarrolla una importante arquitectura civil e independiza a las otras artes plásticas (pintura y escultura) de su subordinación al soporte arquitectónico.

No fue un fenómeno petrificado. Aunque nada supiéramos de sus transformaciones, la misma diversidad de los espacios destinados al culto nos permitiría sospechar la fuerte agitación en que se desarrollo esa vida religiosa. La diferencia entre lo románico y el arte gótico no se reduce a diferencias en la construcción: ha variado también la participación en las ceremonias del servicio divino. O sea que, si bien el dogma permanece invariable, lo que se ha modificado es el sentimiento piadoso. EL gótico entraña una nueva piedad de la Edad Media cristiana, caracterizada por un anhelo de participar de manera más inmediata en las verdades reveladas. El espacio imponente de la catedral gótica, lleno de una luz irreal, ejerce en las almas de los creyentes una acción muy distinta a la del interior de las construcciones románicas.

El predominio de la inspiración religiosa en el arte sigue siendo indiscutido, el monasterio como institución apenas varía excepto en detalles formales y de adaptación a nuevos requerimientos, la misma planta de las iglesias sigue siendo predominantemente la cruz latina con cabecera en ábside orientada al este, aunque se complique o varíe (plantas basilicales, colocación del transepto en el centro, complicación de naves, capillas y girolas). Sin duda el principal elemento de continuidad es la concepción intemporal de la obra: en la mayor parte de las construcciones los estilos se suceden y funden al ritmo de los siglos, sabiendo los contemporáneos que hacen una obra que ellos no verán terminada, ni quizá sus hijos o nietos. En muchas de ellas, incluso se pone en valor el atrevimiento por comenzar un desafío técnico o económico (a veces por rivalidad política) que cuando se inicia no se ha planificado cómo terminar, como es el caso de las catedrales de Siena y de Florencia.


Interior de la Catedral de Noyon

A nivel arquitectónico, el estilo gótico nació en torno a 1140 en Francia, siendo considerada como el primer monumento de este movimiento la basílica de la abadía real de Saint-Denis o San Dionisio (edificada por el abad Suger, consejero de Luis VII de Francia).

También desde finales del siglo XII y comienzos del XIII se divulga por los monasterios de la orden del Císter un estilo despojado de ornamentación y reducido a la pureza de los elementos estructurales, expresión de las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval, que se suele denominar arte cisterciense.

Este arte se ha definido durante mucho tiempo de manera bastante superficial, exclusivamente por la utilización de uno de sus elementos, el arco apuntado, al que suele llamarse ojival, del que se deriva la bóveda de crucería que permite desplazar los empujes a contrafuertes externos, que se alejan aún más de los muros mediante el uso de arbotantes. Eso permitió la construcción de edificios mucho más amplios y elevados, y el predominio de los vanos sobre los muros. Los elementos sustentantes (pilares de complicado diseño) quedan mucho más estilizados. Pero la utilización de un elemento no puede definir un estilo de forma global, se trata de un problema más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva concepción del arte y con el del mundo. Un elemento estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto global sobre la vida.

Los nuevos edificios religiosos se caracterizan por la definición de un espacio que quiere acercar a los fieles, de una manera vivencial y casi palpable, los valores religiosos y simbólicos de la época. El humanismo incipiente liberaba al hombre de las oscuras tinieblas y le invitaba a la luz. Como las nuevas técnicas constructivas hicieron virtualmente innecesarios los muros en beneficio de los vanos, el interior de las iglesias se llenó de luz, y la luz conformará el nuevo espacio gótico. Será una luz física, no figurada en pinturas y mosaicos; luz general y difusa, no concentrada en puntos y dirigida como si de focos se tratase; a la vez que es una luz transfigurada y coloreada mediante el juego de las vidrieras y los rosetones, que trasforma el espacio en irreal y simbólico. El color alcanzará una importancia crucial.

El arquitecto gótico organiza una estructura que le permite, mediante una sabia utilización de la técnica, emplear la luz, luz transfigurada, que desmaterializa los elementos del edificio, consiguiendo claras sensaciones de elevación e ingravidez.



Interior de Saint Denis

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